Como el aliento húmedo y frío que emana de la acera recién mojada y se cuela por el quicio de la ventana que tienes a un lado. Así es como quiero que entres hoy en mí.
Estoy pasando una etapa bastante extraña. Terminé oficialmente la carrera hace un mes, pero me he encontrado sin fuerzas para realizar nada más que encerrarme en mí mismo, y ni eso, pues la mayoría de las veces que trato de pensar en mí, no pienso en nada.
¿Qué es lo que me ha estado ocurriendo? Siempre he tenido un camino marcado, unas metas más o menos guiadas, pero ahora que todo eso ha concluido, no me siento la voluntad, las ganas de tirar adelante, que pensaba que albergaba. Sé que estoy así desde hace mucho tiempo.
Tan pronto me he cansado de mi vida, que no es sino desilusión y resignación lo que me queda. Siempre había fantaseado con que llegaría donde mi empeño me alzase, y noto que he envejecido demasiado rápido, volviendo la motivación en indiferencia, esperando a que todo rastro de deseo se evapore.
Me he dado cuenta de que siempre he preferido lamentarme por mis desgracias, ya que las circunstancias se resolverían solas... que siempre he aceptado esperar, aceptado aceptar y darme por vencido, maldiciendo todo lo que no he sabido aprovechar. Me doy cuenta que cada día que pasa me exijo más y me quiero menos.
No más.
No voy a pasar un solo día sin que sienta que lo he disfrutado, sin que logre actuar y no me quede en pensar, sin que me apodere de la ilusión, la curiosidad y la gracia que he ido dejando olvidadas, sin que dé gracias por lo que fue, es y será, sin que me sienta yo mismo.
Bajaré a la calle y posaré la mejilla en la acera para sentir ese aliento húmedo y frío. Quiero sentirlo en los huesos. Así es como quiero que te quedes hoy en mí.
